1. Correcto uso de hornillas: El tamaño de hornilla no debe rebasar el tamaño de la olla o sartén para que el calor no se escape y tarde más tiempo en calentar.
2. Usar una tapa: Eso permite que el calor no se escape y de igual forma el tiempo en calentarse será menor.
3. Revisar el color de la flama: Una llama amarilla es resultado de que se está llevando a cabo un proceso de quemado incompleto, es decir, que el gas no se está aprovechando por completo. En tal caso es conveniente que un profesional la revise.
4. No sobrepasar el punto de ebullición: Cabe mencionar que una vez que hierve el alimento se llega a la temperatura más alta (100°C) y no se va a calentar más, sino empezará a evaporarse. A partir de ese punto solo estarás desperdiciando la flama y por lo tanto el gas. Si buscas mantener el hervor para sazonar, lo puedes hacer con una flama baja.
5. Uso de ollas de presión: Una tecnología que permite que la olla llegue a los 120°C, un poco más que las ollas regulares. Con ellas podrás cocinar significativamente más rápido y por lo tanto bajar tu consumo de gas.
6. Cocina en grandes cantidades: Preparar para toda la semana ciertas comidas que puedes ir variando con aderezos o salsas te puede ahorrar gas y bastante tiempo.
Otra forma de ahorrar gas es conociendo tu consumo regular y previniendo fugas.